Miedo y rabia

Supongo que cuando se siente amenazado cada uno se atrinchera para proteger lo que más le duele perder. El resultado de la elección de ayer en Estados Unidos da mucho, mucho miedo y por eso las reacciones son tan diversas como intereses hay. Leo gente prometer luchar cada día contra el racismo casual. Oigo gente desanimarse por el retroceso de los derechos LGBT previsible en los próximos años. En twitter escriben muchas mujeres interpretando esto como una victoria machista por sobre todas las cosas. Algunos amigos por Whatsapp vaticinan debacles económicas. Etcétera.

Mi rabia pasa por presenciar una vez más el triunfo de una forma de moverse en el mundo contra la que me siento indefenso. Me pone muy mal confirmar que el profesionalismo no tiene ninguna oportunidad de ganarle al patoteo y el engaño. Me deprime mucho porque soy incapaz no ya de patotear y engañar si no de defenderme del patoteo y el engaño. Ver triunfar a un chanta me toca una fibra personal que me desarma completamente.

El señor que ganó ayer además de ser misógino, racista y populista es sobre todas las cosas un chanta patotero. Toda su marca personal, programa de tele incluido, se basa en la fascinación que se tiene en este país con la figura del hustler. El engaño como herramienta del éxito está sentado junto a la inteligencia y trabajo duro en el olimpo de la mitología de negocios gringa. Si uno se rompe el lomo y es lo suficientemente inteligente para ventajear a los demás tiene el ticket del upgrade social asegurado. Visto así esta campaña terminó con el único resultado lógico. A nadie le importa cómo se deben hacer las cosas, la gente cree lo que quiere creer y siempre gana el que dice lo que quieren escuchar. Vender es convencer. El sueño americano. Etcétera.

Como soy un hombre blanco heterosexual con educación universitaria mi duelo personal es bastante abstracto simplemente porque estoy en la cúspide del privilegio. Eso no quiere decir que todas las otras razones para estar horrorizado me resulten indiferentes pero hoy hablo desde el miedo y el miedo es caprichoso.