commentspam

Creo que la única ventaja del comment spam es que cada vez que borro uno me cuelgo a leer el (usualmente) viejo post que lo alberga.
En este caso, un casino online me llevó a la entonces bastante popular entrada sobre la pasiva, el dulce de leche y las materas, que derivó en abundantes comentarios acerca de ravioles.

Me dieron ganas de responder comentarios de 2006; quiero gritar de desesperación por la increíble falta pasta rellena en esta parte del planeta.
Parece increíble, desde acá, que estuviéramos hablando de los ravioles de salmón o de calabacín. Una vida sin ravioles no es vida, he dicho.

Dejé deshabilitados los comentarios acá. En el improbable caso de que alguien quiera seguir hablando de esto, háganlo ahí.
Y por favor, ignoren los vergonzosos queísmos y falta de tildes de aquel post.

Más

No tengo idea de por qué necesito explicar y expandir el post anterior. Pero así es.

Yo hablé de no querer parecerme a la «gente dificil» y «gente horrible» para que este blog (que asumo me representa en algún sentido que no vamos a analizar en profundidad) no se parezca a los suyos (que considero los representa en algún sentido que no vamos a analizar en profundidad).

Me quiero detener en esto, porque la intención de esos adjetivos era calificar desde el punto de vista puramente estético a esos blogs y los personajes que reflejan.

Y una de las cosas que me resulta dificil al escribir ahora en el blog ( en el post anterior dije que eran muchas, pero me detuve solamente en una), es justamente el haber desaprovechado la oportunidad de reflexionar sobre la relación entre la valoración estética de un blog y las inferencias que uno puede hacer sobre sus autores, aprovechando además la ambigüedad de los adjetivos que usé, en tanto lugares comunes para calificar moral o políticamente a la gente. Y detenernos en el carácter ficcional de los autores de los blogs, aún en casos como el mio, donde digo que no puedo escribir desde otro lugar que el personal, porque eso también es ficción.

Pero no. No lo hice. Y no lo hice porque estoy cansado de los tics de los que mis textos están llenos. No lo hice porque creo que seguramente tengo cosas más importantes que decir en vez de ensayar malabares postmodernos sobre el meta-bloging. Cosas más difíciles de escribir, y mucho, mucho más complicadas de publicar en un blog.

Y solamente como ejercicio voy a complementar el párrafo anterior diciendo que sí, que hay dos elementos mezclados allí. Está el intentar evitar escribir de una forma que me disguste y está la certeza, mi certeza, de que lo que tengo para decir ahora me cuesta decirlo acá . Y dije como ejercicio porque este párrafo se infiere del anterior y entonces sobra. Aunque lo que no está de más es decir que muchas veces temo que este pretendido minimalismo (que racionalizo como una respuesta a mis inclinaciones más verborrágicas del pasado) no sea en en realidad una manifestación de esa vergüenza escénica de la que hablaba en el post anterior.

Quedan unas cuantas razones todavía, aunque ya no prometo contárselas, porque probablemente no lo haga :)

Friedman y yo

Me está resultando dificil escribir en este blog. Incluso esta pequeña reflexión al respecto, tal vez particularmente esta reflexión al respecto, me exige un esfuerzo bastante mayor del que estoy acostumbrado a tolerar. Sí, soy bastante holgazán.

Hay muchas razones para eso. Y la mayoría me molestan un poco.

El punto es que no me interesa escribir un blog impersonal. Soy en definitiva incapaz de escribir sin mostrar quién soy, lo que pienso y por que.
Y últimamente me he encontrado con tanto blog espantoso, o mejor dicho, escrito por gente que o bien interpreta un rol horrible en la web o directamente son gente difícil, que me da pavor siquiera parecerme a esa gente, o que este sitio se parezca a esos.

Comprendo perfectamente lo desagradable que es lo que acabo de decir más arriba. Ya les dije que estas razones me molestan. No me gusta el hecho de que me preocupe ser metido en la misma bolsa que gente horrible. No me gusta nada pensar que existe gente horrible. Y no tanto porque exista, sino por pensarlo y por querer sentirme distinto de ellos. Después de todo, todos somos iguales. ¿No?

Les tengo un lindo ejemplo de lo que estoy hablando. Hace aproximadamente un año leí en algunos de estos sitios de los que hablo montones de loas al The world is flat de Thomas Friedman. Por enésima vez, focas aplaudiendo al globalizador del Times. Y aprovechando la marabiya de tener a un par de clicks un amazon local, me lo compré junto con el libro de Greenspan.

Encaré ambos tomos con un montón de prejuicios, y si bien el viejito de la FED fue un placer de leer, a Friedman directamente no pude soportarlo.
Leí, con esfuerzo, los primeros dos capítulos y lo abandoné, con rabia incluso. Porque no puede ser tan mal escritor. No puede.

Según el historial de amazon, la orden la hice el 20 de marzo de 2008, así que desde, digamos mayo del año pasado, tengo ganas de contar este pequeño incidente literario. Pero no pude. Me resulta incluso ahora complejo el exponer mis ideas de la forma en que lo hice hace tres o cuatro años. Tengo pudor de decir estas cosas acá.

Y no se si pueda arreglar eso. Es tut mir sehr Leid.

Incluso cuando leí este artículo en The New Yorker (recomiendo, de paso, leer esa revista), donde el autor hace una descripción más bien cruel de Friedman, no me sentí lo suficientemente motivado a contarles este asunto.

Pero ahora, me encontré en el blog de Maciej con estas dos joyitas, que además de lograr que casi llore de la risa en la oficina, me anime a relatarles la historia, aunque más no sea dentro de la elipsis autoreferente en la que se ha convertido este post.