Holando

La primera vez que este ignorante en economía tomó contacto con el término «Enfermedad Holandesa» fue al leer el libro de Greenspan, unos meses antes de que el viejito pidiera perdón por el papel que la FED tuvo en la gestación de la crisis financiera mundial del 2008.

Para los apurados, que no quieren leer el artículo de la wikipedia, mi definición simplista del concepto es:

El efecto negativo que el influjo de moneda extranjera causa a una economía debido a la apreciación de la moneda local frente a las del resto del mundo. El origen de este flujo suele generarse por la exportación de algún recurso natural (típicamente minerales), y su efecto se siente en la competitividad exportadora de otros sectores de la economía (típicamente el industrial).

No recuerdo el capítulo ni a qué venía la mención del concepto y lamentablemente mi copia se quedó en la casa de un amigo, en Múnich. Pero lo que sí tengo muy presente es que al leer acerca del «dutch disease», como se lo conoce en inglés, pensé que Uruguay debía haber experimentado una versión de ese fenómeno pero relacionado con las exportaciones ganaderas. De hecho me vino a la mente un artículo de Juan Grompone en el libro Uruguay Agenda 2020 donde esbozaba la idea de que Uruguay tuvo un impulso industrial fuerte a principios del siglo veinte, y que este fue desactivado por el auge de la explotación ganadera que trajeron las guerras mundiales.

Busqué afanosamente, en google, artículos que describieran la versión agrícola o ganadera de la enfermedad holandesa sin mucha suerte y luego me olvidé completamente del asunto, hasta el Jueves pasado.

Esta nota de La Diaria reseña un artículo publicado en Noviembre de 2010 por José Manuel Quijano que analiza las posibilidades de un país como el nuestro de establecer una política industrial, cuales serían sus ventajas y que características debería tener.

El texto de Quijano es muy interesante y recomiendo leerlo por sí, pero quiero detenerme solamente en el punto de la enfermedad holandesa, cito de la página 5:

Por una parte se ha hecho presente “la enfermedad holandesa”. Un incremento en el valor de las exportaciones de recursos naturales induce una apreciación del tipo de cambio que vuelve más difícil exportar otros bienes. Si el sector manufacturero ha tenido cierto desarrollo previo, como en Uruguay, y queda sometido a las dificultades para competir con los bienes importados y para exportar al resto del mundo, los efectos sobre el desarrollo global del país serán adversos. En el pasado, puesto que los precios de los bienes primarios se elevaban relativamente por periodos cortos, “la enfermedad holandesa” no llegaba a hacer erupción. Pero ahora, luego de mas de un lustro de “buenos precios” internacionales, está plenamente instalada entre nosotros.

Debo notar que entre mi primer acercamiento a este tema, en marzo de 2008 y febrero de 2011 muchas cosas han cambiado en la economía uruguaya, en particular la explosión de las exportaciones de soja y otros granos, es decir la intensificación del fenómeno agro-exportador de la mano de la agricultura. Además de esto tenemos en puertas un par de proyectos mineros de una escala jamás vista para Uruguay, por lo que el fenómeno tiene toda la pinta de intensificarse en la próxima década.

Por suerte el artículo de Quijano además de refrescar estos conceptos aporta ideas para las posibles soluciones al problema. A mi lo primero que se me ocurrió es tratar de gravar las exportaciones de los bienes que generan el flujo de moneda extranjera, y con eso hacer un fondo de estabilización como el de Chile (con el cobre) o el de Noruega (petróleo). Pero luego vino el problema de Argentina con las detracciones a las exportaciones agrícolas, algo que como también nota Quijano, deja en evidencia la dificultad de aplicar una medida similar en este caso. Acoto (nuevamente para los vagos) que el obstáculo para lograrlo es que estos fondos de estabilización andan bien cuando es el propio estado el que exporta los bienes, cosa que no se cumple para la agricultura en esta parte del mundo.

Para paliar esto, entonces, lo único viable parece ser el fomento de la diversificación de la economía, contradiciendo el precepto de la especialización productiva que la ortodoxia indica; y el camino pasa entonces por la industrialización.

En unos años sabremos cómo nos fue, pero ahora esta búsqueda trae muchos más resultados que hace cuatro años.

4 comentarios

  1. Releo el post y temo que se entienda como mensaje que yo haya hecho esa conexión entre el dutch disease y la agricultura uruguaya antes que la academia local, o algo similar.

    Nada más lejos de la realidad, lo importante es la justificación a la promoción de la industria de forma independiente de ese «mandato industrializador» que no sabemos bien de dónde viene.
    El artículo de Quijano deja claro que más allá de la simpatía que uno le tenga al modelo de crecimiento industrial (y aclaro, excluyendo la inversión directa externa) es un elemento fundamental para contrarrestar el impacto de la especialización en los sectores primarios, que deja a una economía como la de Uruguay muy vulnerable a los vaivenes de los precios internacionales y sin margen para conducir políticas de estado para el desarrollo humano.

    Hice énfasis en la enfermedad holandesa porque, además de ser un concepto interesante y (creo) no muy conocido, quise seguir lo que es ya una costumbre de la casa: hilvanar lo que se dice acá con mi historia personal.

    Evidentemente estoy fuera de entrenamiento para decir lo que quiero sin aclaraciones.

  2. Muy interesante artículo Javi.

    Aunque en esto de las crisis y economías globales, principalmente cuanto más globales me suena a chuco de gente «avivada».

    Todavía lo de la crisis me suena a:
    «El efecto negativo que causa la acaparición de dinero por las personas que tiene mucho(millones) dinero, que cagan al resto y hacen lo que quieren.»

    Ojo eso en lo que respecta a mi que no entiendo un pomo de economía, pero usando el sentido común, viendo como se mueve la guita, y lo bien que les hizo «la crisis» a ciertos sectores que se aprovecharon de eso para justificar bajar sueldos y aumentar sus ganancias, eso lo resume todo.

    Y eso en lo local, si llevamos ese comportamiento local que es movido en general por la avaricia y la acaparación de riquezas a lo global, creo que se multiplica todo eso un poquito más nomas.

    Es cuestión del comportamiento humano vio usted, el poder corrompe, la plata(mucha) corrompe y todo eso porque hay personas que son simple y llanamente putrefactos excrementos humanos (humanos si no animales, pobres bichitos, el animal más jodido es el humano), ojo no son todos los poderosos así.

    No se que es más iluso analizandolo coherentemente (lo más coherente que puedo), la teoría de que los que manejan el flujo de la economía mundial(la plata) son en su casi totalidad (99,99999999%) avaros acaparando más y más riquezas sin importarles si los demás se cagan de hambre, o pensar que existen ciertos de esos «hombres poderosos» que realmente se preocupan por «la humanidad».
    ¿Cambiaría algo si el mundo fuera governado por mejores personas, habría un mayor equilibrio económico, social, etc.?¿El poder los corrompería igual?
    Si Al Gore hubiera sido presidente, ¿Habría Estados Unidos atacado irak?.
    Si en el partido Uruguay Holanda el juez no nos hubiera cagado ¿Seriamos ahora campeones mundiales?

    Todas preguntas sin respuesta, al menos para mí.
    Bueno la respuesta a la pregunta más importante es sí, ahora seríamos campeones mundiales, el ruso perez sería presidente y no puedo calcular cuantos días de fiesta hubiera habido en uruguay, que cerca que estuvimos carajo, ah bue ta a la realidad a laburarrrrrrrrrr o conseguir un puesto estatal.

    Un poco simplista lo mío pero bueno, el insomnio hace esto.

    Saludos

  3. Alejandro, vivimos en una economía (casi) completamente capitalista en este planeta, esas cosas que no te gustan son consecuencia de eso. Ahora, la alternativa está muy debatida y dudo que se alcance con mejores gobernantes, nada es tan fácil. Igual aunque yo siempre sospecho de las teorías conspirativas, el tamañito de Uruguay da para que algunas fortunas personales sean capaces de darnos vuelta la tortilla, dudo que haya sido el caso.

    Sil,

    En realidad esa nota hace referencia precisamente a una ley nueva que regula la asociación de privados con el Estado para llevar a delante proyectos de infraestructura, es decir, que la plata no va a salir del Estado. Siguiendo la línea del artículo, eso no es un problema si el capital, esos tres mil millones de dólares salen del mercado interno (se está hablando de dejar a las AFAP invertir en cosas así), pero si viene todo de afuera, no hacés más que empeorar el fenómeno cambiario, aunque invertir en infraestructura matice un poco el asunto.

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