1990

1. Subcampeones

Un Lunes hace aproximadamente veinticuatro años prendimos la tele en mi casa y sintonizamos el programa de Susana Giménez que ese día emitirían en directo en un canal local de Montevideo.

Recuerdo perfectamente la imagen de la diva argentina con los susanos abriendo el programa a puro festejo. Banderas, camisetas y toda la pesca.

Yo no salía de mi asombro. Después de un durísimo domingo en casa de mis abuelos donde vimos la final (de la que no tengo recuerdos) imaginaba que en Argentina el ánimo sería aún peor.

Uruguay venía de quedar descalificado en octavos en un mundial en que sentíamos que teníamos derecho a más por las figuras que llevábamos. Algo como que nuestro equipo era el más caro del torneo, etc. Estábamos pasando por en el peor momento de nuestro fútbol. Hinchar por Argentina en esa final fue para mi un consuelo y acababa de perderlo horriblemente.

El sobreimpreso de «Argentina subcampeón» del programa de Susana me enseñó que la palabra vicecampeón no existe a pesar de que es lo que se usa en Uruguay y que el segundo puesto en un Mundial es algo maravilloso de lo que se tiene que estar muy orgulloso. Fue un sopapo merecido. Ese día mi madre me contó como en ’70 el cuarto puesto se había vivido como un fracaso bochornoso.

Yo me guardé esa lección hasta siete años después cuando festejamos con mucho fervor el primer atisbo de la recuperación. La sub 20 salió subcampeona en Malasia y recibimos a los pendejos como héroes. Llegaron de madrugada y el estadio estaba lleno. Ese fue para mi el punto de inflexión espiritual que me permitiría volver a creer en la selección.

2. Argentina

Hinchar por Argentina es problemático en Uruguay. De hecho simpatizar en general con los argentinos es complicado pero la cosa en el fútbol es mucho peor. La razón de fondo es que Argentina es el principal rival de Uruguay. Es el Peñarol del Nacional, el Boca del River, etc. Como dijo un amigo en twitter hace unos días: el folclore del fútbol implica que uno hincha en contra de su rival de siempre independientemente de con quien juegue.

Con esa lógica todos los futboleros de Uruguay fueron por Alemania hoy.

Esto es relativamente incomprensible para la mayoría de los argentinos porque la relación no es simétrica. El rival tradicional de Argentina es Brasil y no Uruguay. Esta dinámica asimétrica no se reduce al fútbol y eso hace que los argentinos tampoco entienden demasiado por qué si a ellos les caemos tan bien se los recibe con una buena cuota de rencor cuando vienen por casa. La cruel paradoja es que los uruguayos se sienten ninguneados por la simpatía argentina y su obsesión con Brasil. Los querríamos más si nos odiaran un poquito.

Esta dinámica explica por qué una gran parte de los no-futboleros fueron por Alemania hoy.

Quedamos el resto. Los estoicos uruguayos hinchas de Argentina que en general tienen razones personales. Yo nací allá y tengo parientes y amigos ahí; Argentina es el primer destino de emigración de los Uruguayos y hay demasiados lazos entre los dos países como para que no haya muchos muchos hinchas suyos en Uruguay.

Descarto enfáticamente la existencia de gente que haya ido por Alemania o Argentina por razones de estética futbolística. Hinchar por un equipo no es racional así que quien sea que explique su simpatía con tecnicismos o bien se miente a si mismo o en realidad le importó el partido un corno. Ah, ya que estamos, ningún partido es aburrido si te importa de verdad el resultado. Se puede ir ganando por 3 goles y seguir hiperventilando.

3. Mundiales

Cada cuatro años hay un montón de gente que se pone a mirar y opinar de fútbol. Los verdaderos futboleros ponen el grito en el cielo y los entiendo perfectamente porque yo soy uno de esos intrusos en su mundo. A mi el fútbol me importa en los mundiales y me importa en la copa América. Con la salvedad de que el mundial para los sudamericanos dura casi tres años y medio si contamos las eliminatorias (y sí las contamos, claro que sí).

Yo hace casi veinte años que no juego un partido de fútbol. Por suerte aprendí en algún momento que puedo negarme a hacer algo que no disfruto. Los futboleros de verdad entienden el juego desde dentro, con memoria muscular de lo que están viendo en la tele. Como siguen además cada torneo que pueden ejercitan todos los días el análisis que nosotros ensayamos torpemente cada cuatro años. Yo jamás podré ver un partido como lo ven ellos.

Para ellos el fútbol es otra cosa que para mi.

Esto lo fui aprendiendo de a poco en Uruguay pero se me hizo mucho más evidente ahora que vivo en Estados Unidos. En la oficina hay muchos gringos futboleros, tal vez incluso jueguen, pero la diferencia entre mi capacidad de entender el juego y la suya es insalvable. Yo crecí viendo partidos de fútbol, aprendí las reglas cuando aprendí a hablar y puedo tomarle la temperatura a un partido con mirar 3 pases desde que tengo memoria. Para ellos esto es algo nuevo. En la transmisión de ESPN sobreinponían explicaciones de cómo funciona el alargue y tuve que describirles qué pasa cuando un jugador se lesiona y no le quedan cambios al técnico. No me refiero a esos detalles. Los que los gringos no entienden es el espíritu del juego. No captan, por ejemplo, la sutileza de las puteadas, los empujones y estiradas de camiseta. Si llegan a notarlo lo leen simplemente como afrentas al fair play.

Cuando abren la boca para opinar los odio un poco por meterse en donde no les llaman. ¡Quédense con su béisbol! les quiero gritar y no puedo porque no quiero que me echen del trabajo. Entonces ahí comprendo como se sienten los pobres futboleros de casa cuando ye les tiro verdades por twitter. Los compadezco un poco, pero solo un poco.

Aunque les rechine a los futboleros el Mundial no es solamente suyo. Sí es verdad que se trata de fútbol pero es mucho más que fútbol. El mundial es una cosa épica global que nos permite por un rato vivir la ficción de los nacionalismos, jugar a que somos parte de algo más grande que nosotros, de una causa noble; nos permite sentirnos revolucionarios. Esa enajenación es solamente sostenible si es esporádica. Para los que viven el fútbol cotidianamente el Mundial es un torneo más. Para nosotros es el único que hay.

Para nosotros el mundial es otra cosa que para ellos. Para nosotros el mundial es el fútbol.

(Los gringos entenderán de que hablo y amarán el fútbol solamente el día en que dejen de ser el centro de su universo)

4. Finale

Vi el partido en territorio enemigo hoy. Por las vueltas de la vida la mayoría de los amigos que tengo en esta ciudad son Alemanes. Estuve entonces en la primera fila de asientos del bar sudtirolés del barrio sentado con dos de ellos durante el partido y su previa. Les grité el no-gol y me felicitaron solo para sonreír cuando mostraron la bandera en alto pero no pasó de eso. Al final me abrazaron y consolaron y no hubo una pizca de sorna. En estos días leí muchos comentarios sobre lo frío de sus festejos. Eso es un poco cierto pero solo un poco. Sin caer en relativismo cultural barato puedo afirmar que ellos festejan distinto a como lo haríamos nosotros. Además, 2006 fue la primera vez que se vieron símbolos patrios en la calle en Alemania desde la guerra. El nacionalismo del que hablé arriba es muy problemático para ellos y creo que esta copa va a significar un punto de inflexión tan o más importante que el mundial que tuvieron en su casa.

Yo sé que es horrible perder así, arañando el éxito. Sigo amargado por ese partido infame contra holanda en 2010. No me repondré nunca, presumo. Tampoco me voy a olvidar jamás de la multitud gritando el gol de la final de hoy como tampoco me olvido del vierzunuuull que subía de la calle cuando me fui a dormir en los cuartos de 2010 y de casi desmayarme literalmente viendo el partido del tercer puesto ese mismo año. Perder es horrible pero pero perder apenas es peor.

Yo sigo triste pero espero que mañana los argentinos se despierten descansados, que Susana abra el programa con un sobreimpreso que diga ARGENTINA SUBCAMPEÓN y que disfruten de la gloria que se ganaron.

(inspirado por mundopelota.com)

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