Tres ideas inacabadas

Apuntes sobre ideas que te asaltan en el subte de camino al trabajo un jueves de mañana con un toque de resaca:

Número uno:
El concepto de que las innovaciones se aceleran y el corolario de que nos acercamos a la singularidad es en realidad una consecuencia de la expansión del capitalismo de mercado y no del crecimiento supralineal del conocimiento humano.

Número dos:
Investigar cómo ha crecido en los últimos 50 años el sistema global de investigación de ciencias básicas y tecnología medido tanto en inversión monetaria como en número de investigadores. La intuición me indica que no mucho porque las instituciones de referencia son más o menos las mismas y del mismo tamaño. La única chance es que haya un buen volumen de materia oscura en los países emergentes del que no sé nada.

Última:
Averiguar si el estereotipo de los judíos como ultra ahorrativos (en el sentido de arreglarse con poco y no desperdiciar nada) es universal e investigar su origen. No confundir con el estereotipo de avaricia que es intuitivamente más extendido y para el que tengo una explicación popular más clara. Tengo la sospecha de que las costumbres de uso eficiente de los recursos no forma parte del estereotipo en todas partes y que en el rio de la plata se le agregó a los clichés sobre los judíos solamente por las características particulares de la inmigración durante el siglo veinte.

X

Podría vomitar una pelotudez del fetiche que tenemos por los números redondos y los aniversarios pero se los voy a evitar.

Hace diez años estaba en mi casa (me mudé siete veces desde ese día) jugando con una computadora recién armada y un ADSL recién instalado. Creo que le puse un Debian y configuré un Apache y luego le tiré alguna versión temprana de WordPress. ¿1.2 tal vez? El último paso fue configurar un cliente dyndns para que el sitio, aún sin nombre, quede publicado (nos mudamos 2 veces de servidor desde entonces). Luego escribí esto (publiqué 910 entradas incluída esta desde ese día).

A las pocos días me decidí por un nombre (el abra) y compré el dominio, creo que fue el 2 de Octubre de 2004.

Este sitio cambió muchas veces en estos diez años. Los links que estaban acá ahora los publico en twitter y a veces me invitan a escribir en otros lados. Por eso ahora el blog está casi dormido pero no me decido a cerrarlo porque de vez en cuando me vienen ganas de escribir algo para elAbra. Algo que solamente tiene sentido si lo pongo acá. Lo del mundial estuvo bien, por ejemplo; me gustó.

Así que sin prometer nada (¿A quién?), supongo que esto seguirá un rato más.

1990

1. Subcampeones

Un Lunes hace aproximadamente veinticuatro años prendimos la tele en mi casa y sintonizamos el programa de Susana Giménez que ese día emitirían en directo en un canal local de Montevideo.

Recuerdo perfectamente la imagen de la diva argentina con los susanos abriendo el programa a puro festejo. Banderas, camisetas y toda la pesca.

Yo no salía de mi asombro. Después de un durísimo domingo en casa de mis abuelos donde vimos la final (de la que no tengo recuerdos) imaginaba que en Argentina el ánimo sería aún peor.

Uruguay venía de quedar descalificado en octavos en un mundial en que sentíamos que teníamos derecho a más por las figuras que llevábamos. Algo como que nuestro equipo era el más caro del torneo, etc. Estábamos pasando por en el peor momento de nuestro fútbol. Hinchar por Argentina en esa final fue para mi un consuelo y acababa de perderlo horriblemente.

El sobreimpreso de «Argentina subcampeón» del programa de Susana me enseñó que la palabra vicecampeón no existe a pesar de que es lo que se usa en Uruguay y que el segundo puesto en un Mundial es algo maravilloso de lo que se tiene que estar muy orgulloso. Fue un sopapo merecido. Ese día mi madre me contó como en ’70 el cuarto puesto se había vivido como un fracaso bochornoso.

Yo me guardé esa lección hasta siete años después cuando festejamos con mucho fervor el primer atisbo de la recuperación. La sub 20 salió subcampeona en Malasia y recibimos a los pendejos como héroes. Llegaron de madrugada y el estadio estaba lleno. Ese fue para mi el punto de inflexión espiritual que me permitiría volver a creer en la selección.
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